domingo, 13 de septiembre de 2009

Calidas brisas

Mientras su mano desnuda caía hacia la nada, se dio cuenta que en verdad no era su mano, sino su alma, la que perdía, y no hacía nada para evitarlo, la brisa desvió la caída, la hizo más tortuosa, lenta, hubiera sido más fácil que cayera de una vez, por que el verla lentamente como se mecía en la brisa hacía que se desesperara más aun, ya que era su última oportunidad de conseguir su razón del todo, pero ya era tarde, mejor morir que esperar infinitamente a que termine de caer la tarde, y se lanzó al precipicio junto con su haber más preciado, mientras dejaba escapar una lágrima de felicidad, ya que lo que siempre quiso estaba de vuelta consigo y ya no le importaba lo poco que durase la caída antes del fin, pues ya estaba completa...

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